El autoritarismo consiste en la imposición que alguien hace a otro sin tener en cuenta el bien de este último. En la autoridad no hace falta la imposición. La autoridad es la relación entre, por lo menos, dos personas, donde una de ellas otorga autoridad a la otra para que esta última lo conduzca a un objetivo libremente elegido por ella. Autoridad y autoritarismo se excluyen mutuamente.
La autoridad de los padres es la base para enseñar a los hijos el respeto a toda la autoridad con la que luego tendrán que tratar. A su vez, el objetivo final como padres es enseñarles el autocontrol, la autodisciplina.
Naturalmente, el niño intenta controlar el mundo que lo rodea como una forma de incorporarlo, de sentirse seguro. Y nuestro trabajo será transmitir amor, confianza y seguridad sin perder el control, sin permitir que sea el niño quien gobierne la casa.
Otros términos a diferenciar disciplina y castigo.
El castigo busca infligir una pena ante una ofensa; es una forma de hacer justicia. El foco está puesto en una acción pasada y muchas veces expresa la hostilidad y frustracción por el padre, que termina por generar en el niño temor y culpa.
En cambio, la disciplina establece más la dirección hacia una meta, más que una acción pasada. Si bien puede penalizar una acción puntual, hace hincapié en la prevención de acciones futuras. Expresa amor y preocupación del padre, y en el niño, seguridad más que temor y culpa. No busca venganza, no está movida por el enfado o por la furia de un momento. Los hijos tienen que respetar a sus hijos no porque les tengan miedo, sino porque los reconocen como dignos de dicho respeto. Y esto no se logra mediante el uso del poder que su edad, tamaño y papel le dan, sino porque se lo gana en un vínculo de amor y respeto mutuos.
(MI 65)
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