viernes, 21 de marzo de 2014

21 de marzo - Día del árbol y de la poesía.

El día 21 de marzo es el Día del Árbol y queremos celebrarlo valorando todo lo que nos dan los árboles de todos los lugares del Planeta con una poesía y dos cuentos.


POESÍA
¡Plantemos un árbol!
me dijo mi abuelo
e hicimos un pozo
profundo en el suelo.

Plantamos un sauce
alto como yo
y entonces mi abuelo
esto me contó.

Me dijo que árboles
como estos nos dan
  aire limpio y puro
para respirar.

Nos brindan sus leños
  para cocinar,
  también lápiz y papel
para dibujar.

Por eso hay que quererlos,
cuidarlos, regarlos,
y siempre que podamos...
¡Plantemos un árbol!


Autor: Leonardo Antivero


CUENTO: ARBOLANDIA


Había una vez un país lejano al que llamaban Arbolandia por la enorme cantidad de árboles y plantas que tenía. En sus plantas anidaban los pajaritos, de sus frutos comían cientos de animales, y gracias al fresquito que daban había preciosos ríos con muchísima agua que saltaba entre las flores y regaba las huertas.
Pero un día, el rey del país quiso construir barcos para atacar a un país vecino y ordenó:
«¡Cortar todos los árboles del reino para tener madera y construir las naves necesarias para la guerra!».
Su orden se cumplió rápidamente y uno a uno cayeron los árboles hasta que ya no quedó ninguno. Fabricaron sus barcos, pero cuando iban a atacar a sus vecinos un huracán terrible los hundió en el mar. Pero eso no fue todo, ¿qué pasó más tarde en Arbolandia?
Ocurrió que al no tener árboles donde anidar, los pájaros se fueron; como no había alimentos, los animales desaparecieron; al no tener sombra, los ríos se secaron y los bosques se convirtieron en un desierto, y hacía calor, mucho calor.
Sin agua no podían regarse las huertas y los hombres empezaron a pasar hambre; poco a poco ellos también fueron abandonando al mal rey que cortó los árboles. Tanto cambió el país que tuvo que cambiar de nombre y se llamó: «El triste país sin árboles», y allí sólo, sin nadie, el mal rey, sentado sobre una piedra bajo el sol, lamentó el haber acabado con los árboles de su reino que tanto daban y tan poco pedían.

UN ÁRBOL LLAMADO VERDÍN

Existía una vez un árbol, llamado Verdín, que se aburría estando siempre sujeto al mismo lugar. ¡Cómo me gustaría viajar! – pensaba día y noche.
Por fin, un día apareció Luis el leñador con su hacha al hombre. ¡Luis! –gritó Verdín-, ¡córtame a mí, que quiero ver mundo! Luis le obedeció, lo cortó y lo puso al lado de otros troncos. Todos juntos entraron en la fábrica de madera: a unos les tocó ser tablones para mesas, a otros ser piezas de distintas formas para que los niños jugaran, otros se convirtieron en astillas para dar calorcito en el invierno, otros en mangos de martillo, y Verdín le tocó ser papel de cartas y viajó, viajó por todo el mundo en avión, en barco y trenes de correos, llevando encima las letras que los niños escribían en él para contarse cosas. 

21 de marzo - Día del árbol y de la poesía.

El día 21 de marzo es el Día del Árbol y queremos celebrarlo valorando todo lo que nos dan los árboles de todos los lugares del Planeta con una poesía y dos cuentos.


POESÍA
¡Plantemos un árbol!
me dijo mi abuelo
e hicimos un pozo
profundo en el suelo.

Plantamos un sauce
alto como yo
y entonces mi abuelo
esto me contó.

Me dijo que árboles
como estos nos dan
  aire limpio y puro
para respirar.

Nos brindan sus leños
  para cocinar,
  también lápiz y papel
para dibujar.

Por eso hay que quererlos,
cuidarlos, regarlos,
y siempre que podamos...
¡Plantemos un árbol!


Autor: Leonardo Antivero


CUENTO: ARBOLANDIA


Había una vez un país lejano al que llamaban Arbolandia por la enorme cantidad de árboles y plantas que tenía. En sus plantas anidaban los pajaritos, de sus frutos comían cientos de animales, y gracias al fresquito que daban había preciosos ríos con muchísima agua que saltaba entre las flores y regaba las huertas.
Pero un día, el rey del país quiso construir barcos para atacar a un país vecino y ordenó:
«¡Cortar todos los árboles del reino para tener madera y construir las naves necesarias para la guerra!».
Su orden se cumplió rápidamente y uno a uno cayeron los árboles hasta que ya no quedó ninguno. Fabricaron sus barcos, pero cuando iban a atacar a sus vecinos un huracán terrible los hundió en el mar. Pero eso no fue todo, ¿qué pasó más tarde en Arbolandia?
Ocurrió que al no tener árboles donde anidar, los pájaros se fueron; como no había alimentos, los animales desaparecieron; al no tener sombra, los ríos se secaron y los bosques se convirtieron en un desierto, y hacía calor, mucho calor.
Sin agua no podían regarse las huertas y los hombres empezaron a pasar hambre; poco a poco ellos también fueron abandonando al mal rey que cortó los árboles. Tanto cambió el país que tuvo que cambiar de nombre y se llamó: «El triste país sin árboles», y allí sólo, sin nadie, el mal rey, sentado sobre una piedra bajo el sol, lamentó el haber acabado con los árboles de su reino que tanto daban y tan poco pedían.

UN ÁRBOL LLAMADO VERDÍN

Existía una vez un árbol, llamado Verdín, que se aburría estando siempre sujeto al mismo lugar. ¡Cómo me gustaría viajar! – pensaba día y noche.
Por fin, un día apareció Luis el leñador con su hacha al hombre. ¡Luis! –gritó Verdín-, ¡córtame a mí, que quiero ver mundo! Luis le obedeció, lo cortó y lo puso al lado de otros troncos. Todos juntos entraron en la fábrica de madera: a unos les tocó ser tablones para mesas, a otros ser piezas de distintas formas para que los niños jugaran, otros se convirtieron en astillas para dar calorcito en el invierno, otros en mangos de martillo, y Verdín le tocó ser papel de cartas y viajó, viajó por todo el mundo en avión, en barco y trenes de correos, llevando encima las letras que los niños escribían en él para contarse cosas.