viernes, 18 de octubre de 2013

La familia y los límites (I)

No todos los niños son iguales ni todas las situaciones son iguales. Lo que a un padre le da resultado con un hijo, puede no producir efecto alguno con otro. Tampoco los padres somos los mismos o en todas las circunstancias. Aclaramos que al hablar de «padre» hacemos referencia a ambos: a padres y madres, con el mismo nivel de autoridad.
Los padres debemos ser padres, no amiguitos de nuestros hijos. Los amigos son sus iguales, son relaciones simétricas. Ser padres es una relación complementaria y los niños necesitan de esta complementariedad, de esta diferencia. ¿Cómo poner límites a un niño o niña que es nuestro «igual»? Esta es una frontera que no se puede borrar ni diluir.
Hay padres autocráticos, padres permisivos… y padres comunicativos. Estos últimos establecen una buena relación. Puede entender si un niño busca atención o está intentando decir algo a través de su mal comportamiento… El padre comunicativo permite que el niño exprese sus sentimientos, transmitiéndole así que es respetado. Y en una actitud serena puede ejercitar su autoridad sin caer en una lucha de poder. Puede ser exigente y sensible al mismo tiempo.

Orientaciones
¿Dónde reprenderlo? En privado, es una forma de respetarlo.
¿Por qué? Debe entender por qué lo reprendemos, porque nos importa su bienestar, para que pueda establecer una relación entre su conducta y las consecuencias que hay que evitar.
¿Cómo? En general el primero es el límite verbal, calificando la acción no el niño.
Otra forma es aislar al niño durante cinco minutos.
Quitarle momentáneamente algún objeto favorito o alguna salida programada. Una vez que el niño comprende y se arrepiente, un beso y un abrazo confirman el olvido de la situación.



Bibliografía: YOUNG, E (2006): Los diez mandamientos de los padres.
Florida: Unilit.

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